viernes, 5 de julio de 2013

Cambios.

Cambios, a nadie le gustan los cambios, pero día a día nos sometemos a muchos de ellos. Hace ya casi un año que no escribo, que no me desahogo, porque era felizmente feliz, se podía decir que tocaba el cielo con las manos, pero el problema son los cambios, siempre estan ahí, para joder, o tal vez para mejorar. Recuerdo el día que me dijo adiós, ese adiós que me hizo un boquete tan profundo en mi estomago, ese que hizo que se escaparan todas esas mariposas que sentía dentro de mi... Un adiós que no entenderé. Seamos realistas, tú tampoco sabes porqué dijiste ese adiós, porqué escapaste, porqué te fuiste sin a penas razones...
Casi tres meses han pasado y sigo teniendo el mismo vacío en mi interior, ese hueco que sólo tu podrías llenar. Sabes? He intentado rellenarlo, o simplemente hacerlo desaparecer, pero no hay forma. Casi inevitable, como quererte.
Te echo de menos, echo de menos tu risa, tu voz, tus abrazos, esos que me daban calor, echo de menos tu presencia. Lo que más echo de menos es la felicidad que sentia gracias a ti.
No sé si te acuerdas de mi, tanto como yo de ti para empezar a escribir de nuevo, para tener una razón por la cual abrir de nuevo mi blog, este que tiene tantísimos recuerdos que evitó abrir entradas antiguas. Sólo espero que estés bien, que hayas encontrado tu sitio en este mundo de mierda, al cual, aún no me he adaptado. Prometo acordarme de ti cada catorce, acordarme de tu risa mañanera, esa que tanto echo de menos. Prometo estar ahí siempre, porque yo, contigo me quedaría.

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